Los cambios no deberían estar condicionados a los avances tecnológicos, a las diferencias entre generaciones, a la crítica o a la necesidad; quizás serían menos traumáticos, menos conflictivos, si se dieran por un antojo propio, por auto-convencimiento, por que lo siento, me aflora de los poros.
Esto es utópico; por que si estamos bien, en una zona de confort, ¿para que molestarse? Además, no estaríamos ante la presión que a veces necesita el ser creativo.
Quiero pensar que ésta, mi deconstrucción, parte de ambas patologías; es la celebración de una década de andanzas y capturas, que se vio navegando en un conflicto encharcado y sin agua. La reinvención tendrá que basarse en la complementariedad, la resiliencia, el minimalismo y algunos tintes de locura.